finalmente he descubierto
que en ti viven dos mujeres,
que buscan protagonismo
y lloran cada cual a su manera,
sinónimos que ocupan idéntica cama,
antónimos que deshabitan el mismo corazón
he descubierto inmersa,
en esa oscuridad de estrellas inventadas adrede,
la misma soledad que las contiene,
insobornable y hereje
que una -la más débil-
disimula detrás de una sonrisa empecinada
y que la otra,
deja fundir en miles de palabras optimistas
amor y fantasía
tal vez ahora, después de mi diagnóstico,
tu mujer blanca y convexa,
la que ordena y obedece los preceptos racionales
me destierre de su vida,
borre mi rostro imaginario
y deshilache mi nombre letra a letra
pero guardo la esperanza
de que tu parte cóncava,
la que vuela y es capaz de transformar el mundo
en un espejo de osadía,
reconozca esta soledad en simetrías y me acepte
porque ya sabemos que dos solos,
simplemente, si se miran,
ya no están tan solos.