poema 40

en ocasiones adivinamos el futuro
somos conscientes de acercarnos al instante
donde el camino se interrumpe
nos vemos obligados a elegir en una u otra dirección,
apelamos al instinto animal o simplemente
deshojamos una margarita
la razón, a veces, como el viento
horada el corazón con la vehemencia de las olas
o enciende el fuego incontrolable que acabará
quemándonos
la intuición, en cambio,
camina silenciosa de la mano del azar,
es como el agua en equilibrio de la fuente
permite navegar sin sobresaltos
a los frágiles barcos de papel
que atesoran los cristales de todo aquello que somos,
antes de quemarnos
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